El juego en la infancia
Cuando los niños y las niñas juegan con muñecas, con coches o con objetos que transforman en su imaginación en personajes diversos, se observará que, cuando han de poner fin al juego, aunque se haya podido prolongar en el tiempo, generalmente no hay grandes resistencias y, sobre todo, no hay ansiedad por volver a jugar. Por el contrario, cuando se trata de juegos elaborados por otros y adaptados a los medios digitales (móvil, tablet, consolas de videojuegos…), da igual el soporte, la dificultad para poner fin al juego es significativa. Normalmente han de intervenir los padres, a los que no les cuesta poco conseguir que dejen el juego. Así mismo, la ansiedad por volver a retomar esos juegos es muy intensa.
Pero la diferencia principal no está solo en ese dificultad para poner el límite, sino que, en los juegos con cualquier tipo de juguete, los niños y las niñas elaboran conflictos personales, situaciones dolorosas, impulsos agresivos o de otro orden. También situaciones que han generado preguntas en ellos o conflictos afectivos que les han creado dificultades. Unas y otras, al representarlas en el juego, al simbolizarlas, ofrecen al niño un alivio muy significativo de cualquier tipo de conflicto o desafecto. Es una forma de alcanzar ciento control sobre la situación y de aliviar el miedo o la ansiedad vividos. Por eso es tan importante recuperar el juego que se ha ido abandonando poco a poco, aunque es cierto que nunca del todo. Los juegos electrónicos pueden tener otras virtudes, además de la del puro entretenimiento: pueden potenciar la agilidad mental, la creatividad, la capacidad de gestionar recursos o de idear estrategias, o aprender a cooperar con otros, pero hay que tener en cuenta ese factor adictivo que en muchos niños se produce, por el que volver al juego es un imperativo, algo que, si no se consigue, causa ansiedad y muchas veces excluye otras formas de diversión o, lo que es peor, de encuentro con otros niños. Ese es el debate, si los juegos permiten o no elaborar los conflictos y problemas emocionales, y no si los juegos electrónicos son por sí mismos buenos o malos, porque cualquier modo de entretenimiento puede ser positivo si no genera un atrapamiento del que a muchos niños les cuesta salir.
No se trata de una elección forzada entre unos y otros, sino en posibilidatar que los niñ@s puedan extraer de cada tipo de juego lo que ofrecen de más positivo. En general, los juegos con juguetes permiten reducir la ansiedad, mientras que los juegos electrónicos la aumentan, quizás no tanto mientras juegan, sino en la necesidad que generan de retomarlos cuanto antes.
Emiliano de la Cruz